24/2/11

Centro Lunel

  Presentación
  
El Centro Lunel nace en el año 2009, como un nuevo proyecto de atención psicológica y apoyo pedagógico.  Nuestro objetivo principal es  proponer un abordaje diferente, tendiente a mejorar la calidad de vida de los niños y jóvenes que frecuentan el Centro.
Nuestro proyecto incluye:
1) Por un lado, una propuesta específica para atender a niños y jóvenes que presenten Trastornos Generalizados del Desarrollo.
Trabajamos en grupos reducidos de hasta seis integrantes, con una frecuencia de tres veces por semana. Los grupos son semi-abiertos y permiten la entrada de nuevos integrantes en cualquier momento del año.


La estrategia terapéutica incluye actividades en las áreas de plástica, música, narrativa, espacios de sensibilización y juego, pedagógica y otras. Todas estas áreas trabajan interrelacionadas dentro de un proyecto terapéutico global.


Los niños autistas tienen una imagen del tiempo, del espacio y de ellos mismos corporal y psíquicamente muy confusa, que los lleva a vivenciar sentimientos de angustia extrema (Tustin, 1989). Estas angustias conducen a un desmantelamiento de los modos sensoriales (Meltzer et al, 1980), por lo cual el tacto tiende a ser hipersensible pero le cuesta asociarse con los otros sentidos y en donde reinan los contrarios (muy duro, muy blando, muy cerca, muy lejos) y el bombardeo sin filtro de sensaciones muy violentas para ser vivenciadas (Bion, 1979). Se establecen entonces, con el entorno, o bien vínculos de evitación y de miedo (estereotipias y movimientos como protección, como obsesionarse con objetos duros o girar en redondo). O bien, por el contrario, vínculos muy adhesivos e indiferenciados. Si además tenemos en cuenta que frecuentemente el lenguaje verbal, cuando está presente, no cumple una función comunicativa y significante,¿cómo hacer para salir de esa espiral y reintroducir las nociones de tiempo y de espacio?
Cuando lo que está presente es una profunda distorsión en los vínculos con los otros y con el entorno y nos hallamos ante niños o adolescentes que están bloqueados en su posibilidad de simbolizar ,ésto es, poder transformar los datos sensoriales, perceptivos y motrices, junto al afecto que los acompaña, en imágenes mentales- que luego podrían ligarse a la palabra-, es ahí cuando entendemos la importancia de trabajar proponiendo mediaciones expresivas. Este dispositivo favorece la constitución de un tercer espacio intermediario, generalmente ausente en el funcionamiento de los estados autísticos y otros trastornos del desarrollo.
2) Por otro lado, la conformación de Grupos terapéuticos trabajando según una modalidad de taller con mediaciones expresivas, atendiendo a niñas, niños y jóvenes con trastornos en la comunicación, y/o en la afectividad y que precisen de un encuadre terapéutico para:


• manejar sus impulsos, reafirmar la autoestima, la valoración personal y social.( depresión, angustia, inseguridad, estrés).

• mejorar la calidad de sus relaciones con el entorno inmediato y desarrollar habilidades sociales (problemas en la interacción social, agresividad, inhibición o aislamiento, dificultad para jugar o hacer amigos).


• poder incorporar conocimientos y aprendizajes (dificultades de aprendizaje por trastornos atencionales, falta de concentración, bajo rendimiento escolar).


Brindamos la posibilidad de un abordaje terapéutico y/o pedagógico en sesiones que pueden ser individuales o grupales según cada situación y en relación a las necesidades de cada uno.
Cuando diseñamos el Taller terapéutico propuesto para niños, adolescentes e inclusive adultos, lo hacemos sabiendo que la utilización de este dispositivo permite el abordaje de los aspectos dinámicos de la personalidad individual y de los procesos grupales. Destacamos la importancia en estos espacios, del juego, del libre despliegue de lo imaginario, del humor, de la espontaneidad y del respeto por lo vivenciado y por lo producido.


3) Nuestra propuesta incluye, también, el trabajo con Grupos de adultos.


Seguimos la línea de pensamiento abierta por Winnicott en la cual se le otorga a la cultura la misma función, para el adulto, que el objeto transicional tiene para el niño. Tenemos una herencia cultural común y cada uno elige diferentes y variados objetos culturales ya sea pintura, música, poemas, cuentos, leyendas, fotos o disciplinas científicas, etc, para compartir con los otros.
A estos objetos culturales que pueden ser creados o traídos al grupo, se les adjudica un nuevo sentido, adquiriendo una dimensión simbólica al entrar en la historia del nuevo grupo.




Nuestro dispositivo terapéutico


Tomamos como eje fundamental de este proyecto las nociones de participación y de mediación expresiva, recreando y compartiendo el conocimiento de nuestro equipo, habilitando el enriquecimiento entre las diferentes áreas propuestas, así como el intercambio de experiencias y acciones con y entre los grupos de niños y jóvenes.
Es también parte fundamental de este proyecto fomentar la participación comprometida y activa de las familias, para que se vuelvan protagonistas en la construcción de su propio devenir.


En nuestro Centro se lleva a cabo un trabajo con mediaciones expresivas- que llamamos así atendiendo los términos propuestos por Broustra y Lafargue- a través de la plástica, la música y un tercer espacio polivalente que incluye el juego y el trabajo con el cuerpo.
Cuando hablamos de taller terapéutico con mediaciones expresivas nos estamos refiriendo a la posibilidad de instrumentar, dentro de un grupo, la utilización de un objeto mediador con una finalidad terapéutica.


El objeto mediador puede ser tanto un objeto cultural preexistente (instrumentos de música, canciones, el propio cuerpo), como un objeto que deba ser creado por los integrantes del grupo (títeres, máscaras, pinturas, etc). Cada objeto mediador implica la utilización de alguno de los sentidos y promueve la reactivación de las experiencias sensoriales: la vista, a partir del trabajo con imágenes (pintura, collages); el oído, con la mediación a través de lo sonoro y de la música, la vista, el tacto y el movimiento en la utilización de marionetas, máscaras o dramatizaciones. El objeto mediador es un objeto intermediario entre dos órdenes de realidad, interna y externa, funcionando como una especie de puente, de pasaje.( C.Vacheret).


Hay que reconocer la necesidad, frente a ciertas patologías y trastornos, de proponer otros dispositivos, diferentes a un abordaje psicoterapéutico tradicional, que han demostrado su eficacia apoyándose en la práctica de un modelo de juego, de referencia psicoanalítica. En numerosas situaciones, la ausencia de fantasía y la incapacidad de jugar- y aún en casos no extremos- van a requerir de una estrategia expresiva para darle flexibilidad al espacio psíquico y permitir que a través del juego, surjan procesos constructivos y creativos.


El taller está planteado como un espacio de juego, un lugar posible donde cada uno pueda representarse antes de poder decirse. El juego es entonces un movimiento que crea su propio espacio y al irse constituyendo, nos acerca a la poesía cuya raíz etimológica “poien” significa justamente “hacer”. Esto hace que pueda pensarse el taller como un espacio poético y no sólo como un lugar de fabricación y producción. Este abre un campo hacia lo inesperado, lo irrepresentable, revelando huellas primitivas inaccesibles para otros sistemas de pensamiento y de expresión. Tiene como objetivo ser un lugar de elaboración de las vivencias: desde lo corporal- a través de los materiales- y desde lo verbal-con los tiempos de palabra, dentro un encuadre estable y con los mediadiores y el grupo, como intermediarios.


“El taller, antes que un lugar para hacer, es un lugar en donde ser pero en donde el hacer puede darnos el sentimiento de ser.”Tanguy de Foy.


La expresión ya sea en imágenes, en sonidos, en ritmos o en gestos, permite la emergencia de los afectos. Y el grupo tiene la capacidad de generar un encuadre favorable para la contención de la vida emocional de los integrantes y también para favorecer los procesos de cambio y de transformación.
De ahí nuestra propuesta de crear espacios transicionales que permitan el acceso a lo simbólico y a los procesos de mentalización y de transformación, a través del intercambio del imaginario individual y grupal. Si bien cada uno de estos espacios de expresión trabaja en función de la elección de diferentes objetos mediadores y en momentos bien diferenciados, las distintas áreas se mantienen interconectadas y en permanente intercambio.


Otro momento importante viene marcado por el tiempo de palabra, que sobreviene justo después del tiempo de creación. Es trabajado como un tiempo de evocaciones, de asociación libre en base a lo que cada uno experimentó en el taller.
Este segundo tiempo del taller, implica no solo un cambio en la forma de trabajo sino también un cambio de lugar en el espacio. Ruptura espacial y temporal.


El animador-terapeuta deberá ser particularmente cuidadoso de no forzar ninguna palabra sobre lo producido, debiendo respetar la capacidad de elaboración y toma de consciencia de cada participante durante el proceso. Hay una actitud de respeto por parte del animador que deberá ser siempre preservada ya que en la experiencia de taller, existen por un lado algunos elementos que nunca llegarán a hacerse conscientes y quedarán sin tratar y por otro lado, hay ciertos aspectos que podrán ser retomados y elaborados en un segundo tiempo, quizás en un segundo lugar.


Estas nuevas prácticas nos obligan a realizar una continua reflexión sobre los procesos psíquicos que movilizan, más allá del hecho de que estos dispositivos grupales de mediación sean actualmente percibidos como los más adaptados para cada vez un mayor número de casos.